La jerarquía social
El perro, en su patrimonio genético, es portador de la necesidad imperiosa de establecer unas relaciones jerárquicas dentro de las cuales se siente a gusto. Si no se las permitiéramos establecer, se sentiría como huérfano.
El perro al igual que el lobo es un animal jerárquico. En cuanto introducimos un perro nuevo dentro de una perrera colectiva, donde hay otros machos más antiguos, todos ellos empiezan a olfatearse mutuamente para reconocerse. Si el que ha entrado nuevo adopta el papel sumiso, el resto de los machos lo suelen aceptar sin grandes problemas. Se inicia un enfrentamiento gestual entre todos ellos, con la finalidad de establecer el lugar que ocupara este nuevo elemento dentro de la jerarquía existente.
Aunque la situación descrita no es la más habitual entre los perros que nos acompañan. La mayoría de los casos están comprendidos en una de las categorías siguientes:
•Perros de compañía que viven con una familia.
•Perros de guarda de una casa con una familia.
•Perros de guarda de fábricas, empresas de seguridad, etc.
•Perros de caza, que pueden convivir con una familia o con una jauría.
Cabría pensar que todos estos grupos de perros que acabamos de mencionar, debido a que están muy alejados del ambiente primigenio del lobo, se han adaptado a las nuevas circunstancias y no necesitan la jerarquía, no ha ocurrido así. Siguen siendo en líneas generales muy jerárquicos.
El motivo de que, pese a la selección a la que han estado sometidos los perros, conserven esta características es que esta es de gran utilidad para el hombre. Y uno de los aspectos que demuestran que un perro esta adecuadamente jerarquizado es que se deje cepillar.
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